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Una buena lección…


Autor: Frieda Holler -Peru21- muchas gracias jejjee

Mi amigo Adolfo Cueto, docente universitario y consultor empresarial, me envió este mensaje que comparto con usted por ser solidario y gratificante. Espero que reflexione con el tema y, sobre todo, con el significado de las bromas de mal gusto que muchas veces se emplean a diestra y siniestra sin darse cuenta del daño que pueden ocasionar. “Un estudiante universitario salió un día a dar un paseo con un profesor, a quien los alumnos consideraban un buen amigo debido a su calidad personal. Mientras caminaban, vieron en el camino un par de zapatos viejos y supusieron que pertenecían a un hombre que trabajaba en el campo de al lado y que estaba por terminar sus labores diarias. El alumno le dijo al profesor: -Hagámosle una broma; escondamos los zapatos y ocultémonos detrás de esos arbustos para ver qué expresión tiene su cara cuando no los encuentre. -Mi querido amigo –le dijo el profesor–, nunca debemos tratar de divertirnos a expensas de los demás, peor aun si estos son pobres. Tú tienes una posición acomodada y puedes darle una alegría a este hombre. Coloca algo de dinero en cada zapato y luego nos ocultaremos para ver cómo reacciona cuando lo encuentre. Eso hizo el estudiante y ambos se ocultaron. El hombre pobre terminó sus tareas y cruzó el terreno en busca de sus zapatos. Deslizó el pie en el zapato, pero al sentir algo dentro se agachó para ver qué era y encontró el dinero. Pasmado, se preguntó qué podía haber pasado. Miró el dinero varias veces, le dio vuelta y lo volvió a mirar. Luego miró a su alrededor, para todos lados, pero no veía a nadie. Lo guardó en el bolsillo y se puso el otro zapato; su sorpresa fue doble al encontrar más dinero. Sus sentimientos lo sobrecogieron; cayó de rodillas y levantó la vista al cielo pronunciando un ferviente agradecimiento en voz alta, hablando de su esposa enferma, sin ayuda, de sus hijos que no tenían pan y que, debido a una mano desconocida y generosa, hoy no morirían de hambre. El estudiante quedó profundamente afectado y se le llenaron los ojos de lágrimas. -Ahora –dijo el profesor–, ¿no estás más complacido que si le hubieras hecho una broma? El joven respondió: -Usted me ha enseñado una lección que jamás olvidaré. Ahora entiendo algo que antes no entendía: es mejor dar que recibir… muchísimas gracias, maestro”. Las acciones exigen y necesitan objetivos, así como todo navío sale del puerto y tiene un rumbo a seguir, una dirección, un destino... Piense antes de comenzar a hacer bromas de mal gusto. Existe una regla de oro en la Biblia, en San Mateo (7:12), que dice: “Haz a los demás lo que te gustaría que los otros te hicieran”. No ha perdido vigencia y perdura a través del tiempo.